En el distrito de Sant Martí, donde la historia industrial dialoga —no siempre en armonía— con los procesos de innovación, gentrificación y especulación urbana, esta instalación se presenta como un acto de resistencia simbólica. En medio del avance del 22@, las torres de vidrio y las startups, este artefacto/carrito se instala como una anomalía cargada de memoria.

En pleno corazón de Sant Martí, donde la historia industrial convive —a veces en fricción— con la gentrificación y la innovación del 22@, esta instalación se alza como un gesto de resistencia simbólica. Un carrito intervenido se transforma en archivo rodante y altar barrial, cargado de objetos cotidianos.

Al reubicarse fuera de su contexto, estos objetos se convierten en souvenirs de resistencia: fragmentos de vida marcados por la necesidad, el afecto y la lucha. No son recuerdos para turistas, sino para quienes aún defienden el derecho a permanecer. No tienen valor de mercado, pero contienen memorias vivas.

Este carro no es un medio de transporte, sino un relato en movimiento. Propone entender la memoria del barrio no como folclore ni nostalgia, sino como conocimiento encarnado en gestos cotidianos: cocinar juntos, defender una plaza, escribir un cartel.

En un territorio atravesado por la especulación, la instalación pregunta: ¿qué se pierde cuando la ciudad avanza más rápido que sus cuerpos? ¿Quién queda fuera del relato oficial?

Desde una mirada situada, colectiva y afectiva, Made in Sant Martí no ofrece una solución, pero sí una dirección: empujar juntos, recordar en común, habitar el conflicto sin ceder la ternura

Agradecimientos Centre cívic Sant Martí, Associació de Veïns de la Verneda, Casal del barri de la Palmera y a Maria Baiges

Back to top Top